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Si hace tiempo que padeces hambre emocional, ansiedad por comer o episodios de atracones, habrás leído ya muchas respuestas a esta pregunta. Yo te voy a dar la mía. La recomendación que más suelo oír o leer ante esta situación es que lleves a cabo una conducta de escape. Es decir, en el momento que sientes deseo por comer y para evitar hacerlo intentar distraerte. Suelen recomendar como opciones más frecuentes llamar por teléfono o ponerte a ver la televisión. Yo me pregunto cómo cualquiera de estas acciones de escape o similares pueden ayudarte a largo plazo a gestionar tu necesidad por comer.
El problema en estos episodios en los que comes de forma impulsiva es, obviamente, que no estás sabiendo gestionar tus emociones. Lo cierto es que nunca nos han enseñado a hacerlo, más bien nos han enseñado a temerlas, especialmente si sentimos emociones que se consideran “malas o desagradables”.
Si te paras a pensar un momento, el hecho de tildarlas como “malas o negativas” ya es un elemento que puede asustarnos o intimidarnos. Ese es el primer error con el que hemos crecido. Nadie se ha parado a explicarnos la función, sino positiva sí útil que tienen emociones como el miedo, la ira, la tristeza o la ansiedad. Si hubiera sido así no tendríamos la necesidad urgente de eliminarlas, podríamos pararnos a sentirlas y ver qué información pueden aportarnos sobre nosotras mismas y el momento que vivimos.
Y esta es mi propuesta: pierde el miedo a sentir tus emociones, vívelas como aliadas no como enemigas, obsérvalas y obsérvate a ti en esa situación que tanto temes, conócete en ellas.
Las emociones que nos llevan a comer de forma descontrolada (tristeza, hambre, ira, ansiedad) son siempre iguales, sólo varía el motivo que las origina (pérdida de un ser querido, malas relaciones familiares o problemas laborales). Es decir que, aunque el contexto sea distinto la emoción es la misma, lo que sentimos física y emocionalmente si es la ansiedad la que hace “acto de presencia” es lo mismo en cualquier contexto, aunque su intensidad pueda variar.
Por lo tanto, si aprendes a gestionar tus emociones, a perderles el miedo, a conocerlas en este contexto en relación a la comida, los aprendizajes y recursos que logres podrás extrapolarlos a cualquier área de tu vida, lo cual es una gran ventaja. Y este conocimiento no solo es en relación a las emociones, es también un conocimiento de ti misma.
Cómo vives las emociones, qué te produce sentirlas, cuál de ellas te afecta más y porqué es así, es una información increíblemente valiosa y de un profundo alcance para tu vida.
El autoconocimiento, es decir, conocer qué creemos sobre lo que nos ocurre y sobre nosotras mismas, qué pensamientos tenemos, qué los originan, qué emociones sentimos más frecuentemente, cómo nos afectan, nos da el poder para gestionarlas. Averiguar “para qué” están ahí esas emociones nos da la capacidad para regularlas. Este conocimiento profundo de ti misma (autoconocimiento) es un cheque en blanco que puedes usar en cualquier circunstancia de tu vida.
Aumentará tu autoestima, te hará sentirte más segura y con más confianza en ti misma.
Sólo si conoces qué está causando la situación que te resulta un problema podrás encontrar los recursos ajustados y adecuados que te permitirán solucionarlo. Sin embargo, ese conocimiento no puede limitarse a analizar la situación externa porque no es allí donde aparecerán las soluciones y los recursos, aparecerán en ti.
Si dependes de un recurso externo para afrontar un momento donde las emociones te superan, puede que ese recurso esté disponible o puede que no, y entonces ¿qué pasará? ¿quieres seguir dependiendo de algo o alguien fuera de ti o prefieres depender de ti misma? ¿no te gustaría ser tu mejor recurso? Piensa que la única persona con la que puedes contar en todo momento y de forma permanente eres tú.
El coach es como una lupa que te permite ver cada detalle de la situación que vives y de ti misma también. Amplifica la imagen para que puedas ver cosas de las que, hasta ahora, no habías sido consciente. Esa información nueva es tremendamente valiosa para aprender a gestionar tus emociones, afrontar tu ansiedad por comer y establecer una relación sana y equilibrada con la comida. Te devuelve el poder en tu relación con la comida, ése que creías haber perdido.
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